Permanecer 3... Guardar los mandamientos

1 Jn. 3:24
"Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado."

Jn. 15:7
"Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho."

Jos. 1:8
"Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien."


La permanencia en el Señor es un estado que está comprometido con varios actos. El mantenerse en Cristo no es sólo un momento, sino un proceso.

Hoy quiero ver que el permanecer en Cristo implica guardar sus mandamientos. Y esto es un universo muy grande.

Los mandamientos del Señor están en toda su Palabra. Nadie puede decir que no conoce sus mandamientos. Además, escribió en los corazones de los hombres una ley que nos marca el bien y el mal. Nuestros razonamientos y nuestra conciencia son parte, también, de aquello que tendríamos como una ley si es que no conociéramos directamente su Palabra.

Sin embargo, como conocemos su Biblia, sabemos lo que Él desea para nosotros y lo que Él nos manda a hacer.

Sus mandamientos son directamente dados por Él. A veces, usa a otras personas, pero, en la mayor parte de veces, es Él mismo el que los da, siendo el mejor ejemplo las tablas de la Ley.

Sin embargo, Jesucristo resumió la Ley en una sola frase: amar a Dios con todo mi corazón, con toda mi alma y con toda mi mente, y amar a mi prójimo como a mí mismo. Y, hoy, después de varios años, encuentro que el amar a Dios no es una decisión que uno toma una vez, sino que se toma todos los días; y la decisión de amar a tu prójimo es incluso, a veces, más complicada.

El caso es que de esas dos decisiones de cada momento depende nuestra permanencia en Cristo. Y ambas son responsabilidades muy grandes.

El día a día implica una decisión de no ceder ante el pecado, ni alejarse de Dios, y darle todas nuestras decisiones a Él. Que su Palabra se mantenga firme en nuestras vidas y que sus mandatos sean nuestros valores.

Y, por último, algo muy importante, es que Dios nos ha prometido que, de permanecer en Él con su Palabra, todas las cosas nos saldrán bien y, si seguimos andando conforme a su Palabra, podemos pedir todo lo que queramos y será hecho.

Obviamente, mientras más cerca estemos de Dios, nuestros pedidos y nuestra vida será más como Él la quiere, de manera que se entiende que todo nos salga bien y que todo lo que pidamos será hecho. Sin embargo, no siempre pedimos como conviene y, si pedimos como conviene, Dios hace. Por otro lado, Dios nos engríe muchas veces y eso puede ser parte de sus bendiciones en que todo nos saldrá bien.

Mi vida ha sido, durante mucho tiempo, un solo de mis decisiones, y ya no debe ser así. El permanecer en Cristo implica renuncia a mis decisiones y, como vi antes, además de dejarme ser guiado por el Espíritu Santo, debo aferrarme a la Palabra de Dios.

Dios nos bendiga y nos permita aferrarnos a su Palabra.

Comentarios