La verdadera importancia de la carrera

Ro. 1:5
"...y por quien recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe en todas las naciones por amor de su nombre;"


No es difícil olvidar la razón de las cosas. Mejor dicho, es sumamente sencillo dejar de ver la meta mientras se está en la carrera. ¿Será que, personalmente, me enfrasco en los problemas de cada paso que olvido el fin del camino? No lo sé, pero me basta con entender que suele suceder así como para reiniciar mis días con la consigna de recordar porqué hago lo que hago.

Pablo era un grande. Pasó por distintas pruebas durante todo su ministerio y sufrió varias cosas por causa de él. Y todo porque siempre supo que no importaban los afanes diarios, sino el fin de la carrera.

Es Jesús la verdadera razón de mi carrera, también, el fin supremo, la meta de toda empresa. Fue Él quien le dio a Pablo la misión de llevar el evangelio y convertirse en otro de los enviados a llevar el mensaje de salvación.

Ok, en ese caso, es también el mismo Jesús el que me da el encargo de correr mi carrera. Él encarna la gracia, por la cual he sido salvo, que engloba mis libertades en Cristo, mi redención, el perdón de mis pecados y la nueva vida. Esa gracia que se convirtió en el verdadero sentido de mi vida, ese nuevo nacimiento.

Y el apostolado, que no es otra cosa que la responsabilidad de llevar un mensaje importante, es el encargo que todo cristiano tiene en las espaldas. Yo entiendo que algo de esa responsabilidad cae sobre mí.

Y, mientras espero poder ver qué más responsabilidades tenga Dios para darme, quiero saber vivir lo que me toca, paso a paso, viendo el fin de mi carrera como más importante que los problemas que salten durante la misma.

Hoy debía recordar qué es más importante sobre mi propias carrera. Y todos los días deberé hacer lo mismo.

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