Alguien a quien no recordaba

Lc. 2:30-32
"Porque han visto mis ojos tu salvación,
La cual has preparado en presencia de todos los pueblos;
Luz para revelación a los gentiles, 
Y gloria de tu pueblo Israel."



Cuando Jesús era un bebé, de 8 días, sus padres lo llevaron a Jerusalén para presentarlo en el templo, como todo varón primogénito -dicho sea de paso, jaja, yo nunca fui presentado, pero no creo que importe mucho en este tiempo-. En el templo, he de suponer que el rabino le vería, anotaría su nombre dentro de algún listado y le daría las directrices a José.

Sin embargo, ese día fue especial. Simeón, que era el personaje no recordado, bendijo a Jesús y alabó a Dios por permitirle ver la "gloria de Israel".

No puedo decir que este hombre haría algo distinto en la vida del Mesías, tampoco que formara parte de sus discípulos (es más, la narración dice que él vería al Salvador antes de morir, por lo que supongo que no duró mucho luego de su discurso de bendición a Cristo), o que llegara a ser fundamental en la vida que tenía armada como plan nuestro Señor.

No, Simeón es olvidado muchas veces por muchas personas al recordar la primera etapa de Jesucristo, y es que no hace, realmente, algo muy trascendental. Sin embargo, el poder ver a Jesús sí fue trascendental para él. Dice la Palabra que Simeón era un hombre justo y piadoso, que esperaba un consuelo para su patria. Era un hombre que debería haber seguido las escrituras por cuenta propia durante mucho tiempo y, además, el Espíritu Santo estaba sobre Él.

No creo que haya sido profeta de aquellos a los que se les acercaba el pueblo para pedirle consejo, ya que ese tiempo había sido un tiempo de oscuridad para el pueblo de Israel, sin profetas, luego vendría el último, primo de Jesús, pero eso es otro cantar.

En todo caso, Simeón sólo era un hombre piadoso. Era un hombre que, con sus luchas, había intentado hacer la voluntad de Dios y, he de sumar algo a las características que la Palabra coloca explícitamente, Dios había gustado de cómo él había dispuesto su corazón. Tanto así, que le había prometido ver la gloria de Israel antes de morir.

Fue un hombre al que no recordamos normalmente, pero que hoy "envidio" como a muy pocos. Su vida había sido iluminada por Dios, y su corazón había sido alimentado de la justicia y de la piedad divina. No existe otra manera que la Biblia te llame "justo y piadoso". Y, además, Dios le había regalado la bendición de ver a su hijo como promesa de salvación cumplida.

Hoy, muchos hombres saben de Jesucristo. Nuestra época ha sido transformada por su obra y, sin embargo, son muy pocos aquellos que se acercan a Él y toman la verdadera alegría de ver a su salvador.

Yo quisiera ser como Simeón, hasta cierto punto. Me gustaría haber podido ver la gloria de Israel, y creo que moriría en paz sabiendo que el niño llegó a cumplir con la promesa hecha para todo el mundo.

Sin embargo, no cambiaría mi estado actual, ya habiendo sido limpiado de todo pecado por la obra en la cruz. La luz que el quería que iluminara a los gentiles, llegó y me iluminó a mí. No necesito, en realidad, nada más; y, pensándolo bien, yo tengo mi tiempo siendo Simeón, porque vi, veo y veré una nueva vida, la gloria de Israel fue compartida conmigo.

Comentarios