Permanecer 5... Cristo

1 Jn 4:15
"Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios."


Cristo no es simplemente un humano. No es, como nos lo quieren pintar tantos, un hombre que venció sus debilidades y que supo manejar su poder interior para vencer las pasiones del mundo y hacer magia.

Jesús fue prometido por Dios desde el Génesis, fue anunciado desde antes de su nacimiento por Josué (en su propia vida), David (en sus salmos), Salomón (en sus versos de Proverbios, Eclesiastés y Cantares) y profetizado por, prácticamente, todos los profetas mayores y menores. Nació de una virgen en un pesebre pobre, creció aprendiendo la ley judía, tuvo tentaciones y se supo Dios e hijo de Dios desde el principio, no como algo que recibió en el camino.

Jesús no fue un simple profeta universal que vino a enseñar la paz y el vivir en armonía. Jesús vino a hacer guerra espiritual, a desenvainar la espada para romper ataduras y destrozar reinos demoniacos.

Vino a morir, a sacrificar su sangre para que podamos ser libres. Vino a enseñar a vivir de verdad, a tener un propósito en nuestras vidas. Vino a acercar el reino de los cielos a nuestro mundo. Vino a predicar locuras y normas revolucionarias que nuestro mundo no estaba preparado para entender y que hoy, 2000 años después, no podemos entender ni seguir.

Jesús vino a apostar por mí. Vino como Dios a morir por mí, para que yo pueda ser un hijo de Dios, para poder coheredar con Él de las bendiciones del Padre. Vino a cumplir la voluntad de Dios para conmigo y a dejarme parte de su trabajo.

Jesús vino a amarme, a dejar dicho que apostaría por mí cuando yo naciera y que sólo debía rendir mi vida a Él y a lo que Él hizo por mí en esa cruz. De su muerte depende y dependió mi vida. De su sacrificio dependerá mi eternidad.

Yo sé que Cristo es Dios y es el hijo de Dios; no sé cómo pero lo sé. Yo sé que mi vida está ligada a Él por la limpieza que Él me dio. Y también sé que debo vivir para agradarle e intentar ser como Él cada día.

Hoy quiero recordar todo lo que Jesús hizo por mí, para volver a valorarlo como debo hacerlo.

Dios nos bendiga con un tiempo para agradecer por la Cruz.

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