Todo lugar que pisare la planta de mi pie...

Jos. 1:3
"Yo os he entregado, como lo había dicho a Moisés, todo lugar que pisare la planta de vuestro pie."


Hoy me preparo para una de las batallas más difíciles que pueda tener en mi tiempo en la iglesia. Es una batalla contra mí mismo, contra mi vergüenza, contra mi temor y contra mi orgullo.

Lo bueno es que soy consciente de todo lo que tengo que enfrentar, y no me preocupo porque sé que hay victoria detrás de esto.

La palabra de Dios promete a sus soldados, como podría tener dentro del tema de Soldado del Ejército de la Cruz, victoria y todo territorio que pisare la planta de su pie. No que será victoria en cada batalla, pero sí que, con esfuerzo y valor, se dominará la tierra donde se batalle y acampe.

Hoy tengo miedo, porque saldré a batallar a un terreno que conozco pero por el cual nunca pasé. No necesariamente hoy, pero en este tiempo, tengo responsabilidades que me agobian, desgastándome mucho, reduciendo mis fuerzas y temo el que la victoria me sea esquiva.

Sin embargo hay dos puntos sobre los cuales debo entrenarme:
- Dios me promete victoria y la tierra que mi pie pisare.
- La obra es de Dios, mis palabras deben salir del corazón de Dios.

Mi corazón decae, frente a la adversidad, frente al temor, con dudas no sobre lo que Dios puede hacer, sino sobre lo que Dios hará conmigo o, mejor dicho, a través de mí.

Sin embargo, necesito tener mi pie firme, mi corazón humillado a Dios, mi boca atada a su boca y mi ser rendido ante Él. De ahí sale la verdadera victoria, de ahí viene la tierra prometida.

Yo saldré a donde me lleve la voluntad de mi Dios a hacer lo que mi Rey me diga que haga. Esta semana es de luchas para mí, pero debo santificarme para hacer bien las cosas.

Josué tuvo que esforzarse y ser valiente, no dejar de meditar en el libro de la Ley, levantarse y cruzar su Jordán. Todo eso debo hacerlo yo para poder ser un siervo de verdad de Dios.

Nunca antes pasé por un terreno así, y soñaba con pasarlo aún donde estoy. Hoy tengo esa responsabilidad de llevar en mí la Palabra de Dios, no puedo dejarme estar, no puedo olvidarme de lo que Dios quiere de mí. Tengo que ser el hijo que Dios quiere, el siervo-esclavo de Jesús que haga su voluntad, el mensajero de sus buenas nuevas.

Dios, ayúdame a ser de bendición por ti y a dejar que tu Santo Espíritu hable a través de mí.

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