La fuerza del jefe

Ef. 6:10
"Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza."


La fuerza es un tema muy especial para todo hombre, particularmente. Cuando somos niños, solemos hacer demostraciones de quién es el más fuerte en el salón, y nos peleamos muchas veces y nos pegamos y no dejamos que nos peguen. Y, si por alguna razón, alguien sí nos pega, nos quedamos diciendo que nuestro hermano es más fuerte, o nuestro papá es más fuerte, etc.

Luego, la fuerza se convierte en poder y, cuando crecemos, lo que antes era para nosotros la fuerza, se transforma en la capacidad de hacer algo o conseguirlo. Si hay medios o dinero para comprar algo que nos gusta, entonces nos sentimos "poderosos".

Cuando empecé este tema, sabía que tendría que recurrir a la armadura de Dios, pero no recordaba cómo empezaba el tema para Pablo. Ya lo recordé bien, buscando y orando.

La armadura de Dios empieza en el fortalecimiento del soldado. Y lo más interesante es que se me pide que tenga fuerza pero no mía, sino de Dios. Yo, siendo un soldado del Ejército de la Cruz, debo buscar ser fuerte en lo que haga, pero no basándome en mi fuerza, que es inconstante y es ególatra, sino en la fuerza del Señor Jesucristo.

Y el fortalecerme en el Señor es buscarle todos los días y orar para ser lleno de su Espíritu. Es dejarme tocar por Él, oír lo que me dice diariamente. Es recordar todo lo que hizo por mí y todo lo que me promete que hará, que sé por fe que será así. El fortalecerse en Dios es creer en que su armadura es de verdad y me da la victoria en Él. Mi fuerza depende de Él y de cuánto yo me aferre a Él.

Hoy quiero fortalecerme en el Señor, confiar en el poder de SU fuerza. Recordar que dependo de Él, que soy parte de su armada y que se preocupa porque crezca y que lo haga constantemente.

Dios nos fortalezca y nos permita gozar de su fuerza.

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