¡Entrando a la Milicia!

2 Tim. 2:1
"Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús."



Mi madre trabajaba en la Escuela de Infantería del Ejército Peruano. Yo siempre tuve la oportunidad de ver cómo formaban los cachacos y jugar con cachacos de verdad, osea, no de los de plástico, sino jugar a que se mataban entre ellos y yo me tenía que esconder para que no me "dispararan". Era divertido. Con mis amigos, de ese entonces, nos corríamos, a veces, como en una misión secreta, y ningún soldadito nos debería llegar a mirar; el que era descubierto, perdía.

Sin embargo, hoy quiero revisar no la lógica de los soldados de la armada peruana, ni hacer un recuento de los juegos de cachaquitos que todos, creo yo, hemos tenido. Hoy quiero recordar que estoy enrolado en un ejército más que importante. Hoy quiero entender bien qué significa el estar dentro.

El caso es que, cuando recibimos a Cristo, estamos entrando a un ejército de soldados de la Cruz, comprados a través de ella, para llevar el mensaje de Jesucristo a todos los que nos rodeen y luchar contra ejércitos de las tinieblas.

Sin embargo, ¿realmente estoy firme en este ejército?

Pablo le aconseja a Timoteo, en uno de los versículos que más me ha conmovido de este pasaje, que se esfuerce en "la gracia que es en Cristo Jesús”.

Yo no puedo más que pensar si es que me estoy esforzando en esta gracia. ¿Soy consciente que, desde que acepté que el Señor Jesucristo administrara mi vida, he debido estar enrolado a un ejército de siervos del Señor?

Esforzarme en la gracia es dar todo de mí para que Dios sea realidad en mi ser, para que no tenga temor si es que debo enfrentarme a tentaciones o a tribulaciones.

Esforzarme en la gracia es ejercitar diariamente mi vida espiritual, orando sin cesar, leyendo su palabra, meditando en ella y memorizándola. Así como un soldado debe saber bien cómo armar su AKM, yo debo tener en cuenta que mi arma contra ataques del enemigo está en la Palabra de Dios.

Esforzarme en la gracia que es en Cristo Jesús es "ser valeroso con el poder que  Su gracia provee" (MacDonald: 1989), sin temer a lo que un cristiano debe enfrentarse, sabiendo que la victoria ya está en Cristo.

He entrado a un ejército donde tengo que batallar desde el primer día, aprendiendo como hacerlo en el transcurrir de la batalla, y conociendo que parte del enemigo soy yo mismo. ¿Es una batalla difícil? Sí; pero no existe motivo para no llevarla a cabo, mucho menos si estoy consciente que la victoria ya está firmada para el pelotón de la Cruz.

Tengo que ser más exigente con mi entrenamiento diario, para poder estar preparado para las campañas diarias en el plano espiritual, y no puedo descuidar mi alimentación para quedarme débil en pleno enfrentamiento. Además, la táctica que me enseñan la debo saber llevar en práctica y estar 100% seguro que esta no va a fallarme.

Hoy vuelvo a reconocer el terreno sobre el cual lucharé día a día, y renuevo mi decisión de pertenecer a esta Armada de la Cruz.

Esforcémonos, pues, y que Dios nos entrene, a ti y a mí, para ser mejores soldados cada día.

Comentarios